Verdú

El municipio de Verdú, situado al sureste de la comarca del Urgell, está presidido por el Castillo de Verdú, el origen de la villa y el edificio más emblemático del municipio. Se trata de una de las poblaciones más antiguas de Cataluña; se han encontrado restos de diferentes periodos como la prehistoria, la ibérica, la romana o la medieval que así lo demuestran.

Conocido por su patrimonio medieval, la cerámica negra y por ser cuna de San Pedro Claver, Verdú es una síntesis perfecta de lo que define la llanura leridana: tierra, trabajo y continuidad.

Historia

Tras la conquista de Ramon Berenguer I, hacia el año 1056, Verdú empieza a aparecer en la documentación medieval. El primer texto conocido que menciona el castillo y término de Verdú data de 1081, y cita como señores a Arnau Company y a su esposa Guilla.

A mediados del siglo XII, el destino del pueblo se entrelaza con la nobleza catalana. El señor Berenguer d'Anglesola, fundador de la Baronía de Bellpuig, entregó el castillo de Verdú como dote a su hija Berenguera al casarse con Guillem de Cervera en el año 1164. La donación incluía no solo el castillo y la villa, sino también el término y todos sus habitantes.

Berenguera, que posteriormente se retiró al Monasterio de Vallbona de les Monges, fue una figura clave en la configuración urbana y social de Verdú. Otorgó la Carta de Población a los habitantes dispersos en masías y pequeños núcleos, invitándoles a construir casas en el llano del castillo. También perdonó derechos feudales como el ludisme y la eixorquia, e impulsó la construcción de murallas, portales y torres que darían forma al núcleo amurallado medieval.

Su hijo, Guillem IV de Cervera, empeñó el castillo al Monasterio de Poblet, iniciando así una relación de vasallaje que duraría más de seiscientos años. Durante este largo periodo, Verdú quedó bajo la influencia espiritual, económica y administrativa de los monjes de Poblet, que ejercieron un papel decisivo en el desarrollo local.

En el siglo XIII, se levantó sobre la antigua iglesia de San Nicolás la nueva Iglesia de Santa María de Verdú, que marcaría el centro de la vida religiosa y social.

Con el tiempo, la villa crecería más allá de las primeras murallas. Ya en el siglo XV, Verdú había superado su perímetro original y la población aumentaba gracias a los privilegios y franquicias concedidos por los monjes de Poblet. Entre estos destaca el derecho de Feria, otorgado por el rey Pere III el Ceremonioso en 1378, que consolidó Verdú como centro comercial y punto de encuentro comarcal.

Durante el siglo XVII, la vida espiritual vivió un momento de esplendor. De este periodo datan figuras destacadas como Joan Terés i Borrull, arzobispo de Tarragona y virrey de Cataluña (1602-1603), y Pere Claver, nacido en Verdú en 1580, misionero jesuita en Cartagena de Indias y santificado en 1888.

La huella de esos siglos ha dejado un núcleo histórico compacto, un urbanismo de callejones estrechos y edificios de piedra que evocan una historia de fe, trabajo y resistencia.

Lugares de interés

Castillo de Verdú

El castillo de Verdú es uno de los símbolos del municipio y una de las fortalezas más singulares del Urgell. Construido entre los siglos XI y XII, conserva elementos románicos, góticos y renacentistas fruto de sucesivas ampliaciones.

Durante siglos fue residencia de señores, después dependencia del monasterio de Poblet, y más tarde, en el siglo XIX, fue parcelado y privatizado. Desde 1988, el Ayuntamiento inició su restauración y hoy es visitable como espacio patrimonial y cultural, con exposiciones y actividades divulgativas.

Sus salas y torres permiten comprender el papel estratégico del castillo y las transformaciones que la villa experimentó a su alrededor.

Iglesia de Santa María

Erigida en el siglo XIII sobre la antigua iglesia de San Nicolás, la parroquia de Santa María presenta una combinación de estilos románico y gótico. La portada monumental con arquivoltas y capiteles escultóricos es uno de sus elementos más destacados.

En el interior se conservan retablos barrocos, como el de la Purísima Concepción (1623), obra de Agustí Pujol, uno de los escultores más importantes del barroco catalán. La iglesia, situada en el corazón del pueblo, sigue siendo hoy el centro espiritual y un punto de interés artístico de primer orden.

Santuario de San Pedro Claver

Situado a pocos minutos del centro histórico, el Santuario de San Pedro Claver es un espacio de recogimiento y memoria. En este lugar nació el santo jesuita en el año 1580, y hoy el santuario conserva objetos, documentos y reliquias relacionadas con su vida y obra.

El complejo está formado por la casa natal, un pequeño museo y la iglesia del santuario, punto de peregrinación y centro espiritual para muchos visitantes. El conjunto es un referente de devoción e identidad local, símbolo del compromiso de Verdú con la solidaridad y la justicia.

Ermita de San Miguel

Al oeste del término, rodeada de campos y caminos antiguos, se levanta la ermita de San Miguel, documentada ya en el siglo XIV. Según la tradición, fue erigida por la familia Cervera como exvoto de agradecimiento.

Aunque sufrió saqueos durante la Guerra Civil, la ermita conserva su estructura original y es una de las joyas arquitectónicas más sencillas pero más queridas por los habitantes de Verdú.

Yacimiento íbero de los Estinclells

Se trata de un yacimiento íbero del siglo III a.C. de una sola fase de ocupación amortizada a finales del siglo II a.C., datable hacia el 200 a.C. La fortaleza ilergeta de los Estinclells está formada básicamente por un conjunto de elementos defensivos, foso y murallas, y una serie de casas adosadas de diferentes superficies dispuestas alrededor de una calle empedrada y una balsa central.

Actualmente, los arqueólogos han reproducido tres casas que forman parte de un complejo en el que se realizan diferentes actividades. ¡Reserva de entradas aquí!

Tradición y cerámica

Uno de los rasgos más identificativos del pueblo es su cerámica negra, producida con técnicas que se remontan a la Edad Media. Esta tradición artesana ha convertido a Verdú en una referencia de la alfarería catalana, con talleres que continúan elaborando piezas únicas y auténticas.

Actualmente, la cerámica de Verdú ha pasado de ser una cerámica práctica, con los tradicionales cántaros negros, a convertirse en un producto decorativo.

Ruta de los Murales Cerámicos de Verdú

La Ruta de los Murales Cerámicos está formada por una treintena de murales repartidos por toda la villa. Aunque la temática es variada, se puede decir que explican la historia de Verdú. Os recomendamos adentraros por el entramado de callejones y plazas donde encontraréis los murales cerámicos, todos realizados por ceramistas de Verdú.

Elementos decorativos muy característicos que son reflejo de una tradición alfarera que se quiere mantener.

Camino ignaciano

El Camino Ignaciano es una Ruta de Peregrinación que recrea el camino que realizó Ignacio de Loyola desde Loyola, su casa natal, hasta Manresa en el año 1522. El símbolo que permite identificar los caminos por donde pasa es la baldosa con el sol.

Verdú es un enclave destacado de este camino, ya que es la cuna de San Pedro Claver, el santo jesuita catalán (1580-1654). Actualmente, la casa natal de San Pedro Claver es un refugio de peregrinos del Camino Ignaciano y también puede visitarse el Santuario dedicado al santo.

Verdú hoy

Hoy, Verdú es un municipio conocido por su buen vino y por la cerámica negra. Está dentro de la DO Costers del Segre y disfruta de la distinción de Zona de Oficios Singulares por su cerámica negra.

En septiembre se celebra la Fiesta Mayor en honor a San Pedro Claver, el 9 de septiembre, y a finales de mes la Fiesta de la Vendimia y el Vino.