Exposición 'El mirall de Janus' de Carlota Herebia,Castillo de Concabella

El artista Carlota Herebia presenta en el Castillo de Concabella la exposición 'El mirall de Janus', un conjunto de piezas recientes en las que, a través del lenguaje pictórico, evoca la iconografía del cine mudo de los años veinte y treinta.

Jano es el dios romano capaz de contemplar al mismo tiempo el pasado y el futuro. Al mirar atrás, al mismo tiempo puede intuir las consecuencias en los eventos que vendrán. Esa mirada puede convertirse en un horror existencial si no somos capaces de aprender de los errores cometidos.

La estética de las composiciones y la paleta cromática de la muestra recrean deliberadamente el monocromo de un viejo filme, con los típicos virajes y los efectos de oxidación de los haluros de plata. Los personajes representados no son retratos fieles, sino presencias que dialogan con el espectador y le interpelan, reclamando su papel protagonista dentro de esta historia: algunos gritan, otros nos observan con desafío, o bien se esconden por no querer ver el futuro -que no es otro que nuestro presente. Figuras que cuestionan la mirada equidistante ante un universo saturado de color y de imágenes llamativas, al que estamos acostumbrados.

El trabajo que presenta Herebia es una declaración explícita de su fascinación por el cine de las décadas de 1920 y 1930, que funcionaba como espejo de las tensiones sociales, de los temores colectivos y de la fragilidad política de la Alemania de entreguerras.

Sin recurrir a la palabra ni al discurso, pero con gran potencia visual y simbólica, el expresionismo alemán utilizaba sombras acentuadas e interpretaciones exageradas para transmitir estados psicológicos y emociones extremas. Este lenguaje permitía a los cineastas abordar de forma inquietante los cambios culturales de la época y presentar la ciudad como un espacio de corrupción, decadencia y desconexión humana. Es un testimonio de alto valor para comprender cómo los artistas supieron anticipar, casi de forma profética, los peligros del fascismo y la sumisión del individuo. Trataron cuestiones como la crisis de la masculinidad tradicional, la fractura de clases en una sociedad diatópica -con el empobrecimiento de la mayoría para sostener a una élite enriquecida- o el miedo al extranjero, sentimiento que más tarde sería explotado por el nazismo.

Ante el ocaso de los valores occidentales heredados y el desencanto con los efectos de la occidentalización y de las instituciones que la representan, Carlota Herebia nos ofrece un clamor que advierte del riesgo de repetir el pasado. Nos invita a enfrentarnos con nuestras propias sombras y contradicciones en una atmósfera envolvente y atemporal, como si hubiéramos encontrado un espejo.

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