Adentrándonos en la Terra Alta
La comarca de la Terra Alta es la zona menos industrializada de todo el Ebro. Por ello, conserva una amplia variedad de paisajes vírgenes y pueblos que mantienen el encanto de épocas pasadas. La más reciente, la Batalla del Ebro, capítulo decisivo de la Guerra Civil española cuyas cicatrices pueden observarse en estas poblaciones.
Esta área es famosa por su preciado aceite y su producción vinícola, que cuenta con denominación de origen propia, así que no podemos dejar de visitarla sin tomar un vino en alguna de sus impresionantes bodegas de estilo modernista.
A parte de esta ruta, también os invitamos a adentraros Por el interior del río Ebro i descubrir más encantos que ofrece este territorio.
La Batalla del Ebro (1938)
Resulta imposible visitar estas tierras sin acordarse de la Guerra Civil española, pues desgraciadamente en ellas se produjo el combate más cruento del conflicto y el que decidió su final.
La Batalla del Ebro fue una guerra de desgaste entre el bando republicano y el fascista que duró tres meses y que causó más de 100.000 bajas. Con el objetivo de impedir a los sublevados llegar a Valencia, los republicanos cruzaron el río Ebro. Tras meses de luchas, finalmente el ejército franquista les obligó a retirarse y volver a cruzar el Ebro. Curiosamente, nunca se supo por qué la aviación republicana no protegió el valeroso avance, permitiendo que los golpistas bombardearan a discreción las posiciones republicanas y los pueblos de esta zona.
Encontrarás más información sobre este tema en la Ruta de la Paz: la batalla del Ebro.
El Pinell de Brai
Desde Miravet hay que tomar la carretera T-324 que, tras convertirse en la N-230, llega a El Pinell de Brai. Desde Barcelona, coger la AP-7 y desviarse por la N-420 hasta llegar a la carretera antes mencionada.
No se puede visitar este pueblo sin acercarse al Celler del Pinell, una bodega cooperativa agrícola construida en el año 1922 y popularmente conocida como la Catedral del Vino. De estilo modernista, es considerada la obra maestra de Cèsar Martinell i Brunet, discípulo de Gaudí. De hecho, su arquitectura es tan espectacular que forma parte del catálogo de Patrimonio Histórico.
Si quieres adentrarte en el mundo del vino te proponemos visitar la ruta Paisajes del vino: DO Terra Alta.
Merece la pena dar una vuelta por El Pinell de Brai y observar la iglesia parroquial de San Lorenzo, del año 1770, los portones de Llop, Pantoca y Vallès, las casas colgadas sobre un barranco de 100 metros de altura y los restos de la muralla del castillo, erigido en el siglo XII. A cuatro kilómetros se encuentra la casa del Broi, considerada la más antigua del pueblo, donde aún permanece su atalaya, de construcción templaria.
Resulta imposible caminar por estas tierras entre cordilleras sin remontarse al pasado, ya que El Pinell de Brai fue una de las poblaciones más castigadas por la Guerra Civil. La orografía del lugar le confiere una importancia estratégica tal que aquí se libró el combate que decidiría el final de la misma, la Batalla del Ebro. Por ello, una de las visitas obligatorias en este pueblo es Las Voces del Frente, en el Centro de Interpretación, una exposición audiovisual que muestra carteles y otros documentos tanto de parte republicana como fascista.
Sangre en la Sierra de Pàndols
A 10 kilómetros, siguiendo por la carretera C-43 dirección a Gandesa, hay un desvío que conduce a la Sierra de Pàndols. Pasando la ermita de Santa Magdalena, llegamos a la cima, conocida como la cota 705 o Punta Alta.
Allí se encuentra el monumento a la Paz, también llamado monolito a la Quinta del Biberón debido a que la mayoría de los asesinados eran menores de 18 años. Al final de un desfiladero, un cubo de cemento con una paloma en relieve señala la leyenda: "A todos los que combatieron en la batalla del Ebro". Este triste acontecimiento comparte protagonismo con unas vistas impresionantes de la sierra.
Gandesa
La capital de la comarca también disfruta de una obra de César Martinell, el Celler de la Cooperativa Agrícola, donde se elaboran vinos y aceites. Otro ejemplo de arquitectura industrial decorado con torretas, ventanales, bóvedas interiores y cuantiosos adornos en baldosas. Como en El Pinell de Brai, esta ciudad también cuenta con un Centro de Estudios de la Batalla del Ebro, con numeroso material bélico sobre el conflicto.
En su núcleo urbano encontramos la iglesia de la Asunción, una mezcla de románico, morisco, gótico y barroco, una cárcel antigua de estilo gótico y el Palacio del Castellano, del siglo XIII.
Pero el viaje no termina aquí. A trece kilómetros se encuentra la Fontcalda, un paraje natural con aguas termales a 38 grados que dan razón de ser al balneario que lleva el mismo nombre, cuyos orígenes se remontan a la Edad Media. Según cuenta la leyenda, un pastor encontró una imagen con la figura de la Virgen cerca de la fuente y la llevó a casa de sus amos para mostrársela. Sin embargo, cuando llegó, la imagen había desaparecido. El pastor volvió al lugar donde la había encontrado y la vio de nuevo. Los vecinos de Gandesa, fascinados por la historia, la trasladaron a su iglesia pero, al día siguiente, comprobaron que la imagen había vuelto a su lugar original. Fue entonces cuando levantaron allí una capilla, que más tarde sería una iglesia. La construcción actual es la tercera que ha habido y data del siglo XVIII. Desgraciadamente, durante la Guerra Civil se quemó el altar y la imagen de la Virgen, por lo que no son originales.
Yacimiento del Coll del Moro
A cinco kilómetros de Gandesa, en la desviación TV-3531 de la carretera N-420, dirección Calaceit, encontramos el yacimiento del Coll del Moro, uno de los pocos poblados ibéricos de Catalunya del cual conocemos, y se puede visitar, su necrópolis.
Situado en un punto estratégico, el poblado ibérico del Coll del Moro permitió a la tribu de los ilercavones controlar el extenso territorio donde confluían las vías de comunicación naturales entre el Bajo Aragón y la desembocadura del Ebro y, desde el cual se controlaban los flujos de intercambio comercial entre la costa y las tierras de interior.
Es uno de los pocos yacimientos que permiten la visita conjunta del poblado y la necrópolis, ya que éstas apenas se conocen. Está constituido por una necrópolis con tres áreas de enterramiento, fechada entre el 800 y el 500 a.C., y un recinto fortificado del siglo V a.C. al I d.C. Éste está presidido por una gran torre situada en el punto más elevado del asentamiento, su forma elíptica no pasa desapercibida ya que sólo se han encontrado restos similares en algunas zonas del Mediterráneo, como en Sicilia (Italia).
En el interior del poblado se ha descubierto un taller destinado a la transformación del lino y a la manufactura de tejidos.
Coll del Moro forma parte de la Ruta de los Iberos, proyecto del Museu d'Arqueologia de Catalunya que quiere dar a conocer la cultura ibérica y los pueblos que habitaron hace más de 2.500 años.
Horta de Sant Joan
Pasada la población de Bot y siguiendo por la carretera comarcal C-111 llegamos al pueblo más alto de las tierras del Ebro, cuyo paisaje está ligado íntimamente al cubismo. Debido a los desniveles de su orografía, las casas de Horta de Sant Joan se apilan unas sobre otras, dotando al pueblo de un aire cubista que llevó a Picasso a decir "todo lo que sé lo he aprendido en Horta", en referencia al pueblo de su amigo el también pintor Manuel Pallarès. No en vano, el pueblo ha sido declarado Bien Cultural de Interés Nacional. Por ello, los amantes de este arte no pueden dejar de visitar el Centro Picasso, dotado de litografías y lugares que inspiraron al pintor.
Comenzamos la ruta por la plaza, considerada una de las más impresionantes de toda Catalunya debido a sus característicos pórticos del siglo XVI, decorados con arcos ojivales. Una vez allí, la visita obliga a conocer el edificio renacentista del ayuntamiento, cuya fachada posee un mural de Fernando VII en honor a las Cortes de Cádiz. Desgraciadamente, se encuentra en pésimas condiciones. La sala de plenos está presidida por una obra de Matt Lamb, cuya obra también preside el Parlamento Europeo de Estrasburgo. En los sótanos nos encontramos con la antigua prisión, donde aún podemos encontrar parte del pavimento original, datado del s. XVI. En la actualidad da cabida a exposiciones.
En la misma plaza nos topamos con la iglesia de San Juan Baptista, del siglo XIII. De estilo gótico, fue construida originariamente con una sola nave poligonal con ventanas ojivales. Su fachada destaca por su simpleza, con un rectángulo plano y una puerta tutelada por un rosetón. En la década de los sesenta se restauró, dotándola de cristales policromados que le aportan color.
Horta de Sant Joan es un lugar para tomarse con calma, pues su interés turístico no sólo se centra en su núcleo urbano sino también en sus alrededores, sin ir más lejos es una de las entradas al Parque Natural de Los Puertos.
Si retrocedemos a la carretera por la que hemos venido, a 500 metros encontramos un camino a la derecha que nos conduce a un sendero que lleva al Olivo Lo Parot. De quince metros de altura, este árbol fue declarado monumento en el año 1990. Esta variedad, hoy desconocida, se cultivaba en esta zona tarraconense y en el Bajo Aragón y este ejemplar en cuestión se cree que tiene más de dos mil años de vida, es decir, pertenece a la época íbera y romana.
Al pie de la montaña de Santa Bárbara, a 2 kilómetros del pueblo, se erige el convento de Sant Salvador d'Horta, también declarado monumento histórico-artístico. Levantado por los templarios, consta de varios edificios construidos durante los siglos XIII y XVII. Bajo los arcos hay diversos sarcófagos y escudos relacionados con el gremio de los constructores. Una de las tumbas se cree pertenece a Bernat d'Alguaire, maestro picadero que dirigió la catedral de Tortosa.
Cerca del convento se encuentra la Torre de Galindo, una torre defensiva de la época medieval que data del siglo XIV y XV. Lo que la hace característica es la singular construcción del techo, sólo sujetado por enormes paredes que hacen la función de contrafuertes y que, en su tiempo, supuso una revolución arquitectónica.
Si decidimos ascender por la impactante montaña de Santa Bárbara, cuatro ermitas saldrán a nuestro paso: San Onofre, San Pau, San Antoni y Santa Bárbara. Continuando por un sendero situado a la izquierda llegaremos a la Cueva de San Salvador, custodiada por una imagen del santo a la que acuden a rezar los lugareños.
Arnes
Continuando por la carretera llegamos a este pueblo limítrofe con Teruel que forma parte del Parque Natural de Los Puertos.
El ayuntamiento de Arnes, edificado en el siglo XVI, destaca por ser una de las construcciones más importantes del renacentismo catalán en el que no faltan gárgolas, arcadas de medio punto e impresionantes ventanales. También cabe destacar la iglesia de Santa Magdalena, construida sobre una iglesia gótica del año 1693, las ruinas del castillo, también del mismo estilo, los portales que dan acceso al núcleo antiguo y las cinco capillas distribuidas por todo el municipio.
Los alrededores de Arnes también merecen un comentario aquí, no sólo porque están enclavados en un entorno único, como es el Parque Natural, sino por las numerosas construcciones antiguas. Las ermitas de Santa Madrona (S. XVI-XV) y Lo Calvari (S. XIX); la fuente de Dentro, la fuente Nueva y la fuente del Garbanzo; los dos árboles monumentales de El Pimpoll y Pi Ramut, de más de veinte metros de altura; y el Povet de la Neu, del siglo XVII y XVIII, donde se solían almacenar los alimentos durante los inviernos.
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