Bar Muy Buenas Barcelona
Pocas palabras definen mejor al Muy Buenas que "coherencia". Decoración puramente modernista, rehabilitación de elementos originales, cocina tradicional catalana, carta de vinos catalanes, coctelería con destilados catalanes, y todo ello al servicio de una experiencia puramente local.
Con una trayectoria que arranca en 1928, el Muy Buenas es mucho más que un restaurante: es un pedazo de ciudad. No es de extrañar, pues, que el Ayuntamiento de Barcelona lo haya declarado Establecimiento Emblemático. Pero más allá del reconocimiento institucional, lo que realmente lo hace único es la forma en que ha sabido respetar su esencia, recuperando no sólo su patrimonio físico, sino también su alma culinaria.
Un espacio que respira historia
Desde el primer momento en que se entra, el Muy Buenas transmite una sensación poco habitual en la ciudad: la de coherencia entre forma y fondo. La reciente rehabilitación ha recuperado con precisión artesanal los elementos modernistas originales del local. La barra, la fachada, el reloj antiguo de la sala... Todo ha sido restaurado con un cuidado meticuloso, devolviéndole el carácter que tuvo hace casi un siglo.
Esto no significa nostalgia ni capricho estético. Significa dar continuidad a un relato. El del barrio, el de la ciudad, el de la cocina de una tierra. En este sentido, el Muy Buenas hace una apuesta clara y decidida: reivindicar la cocina catalana tradicional con orgullo y rigor.
Cocina de verdad, de la de siempre
El Muy Buenas no se pierde en interpretaciones modernas ni disfraces culinarios. Su cocina es directa, honesta y radicalmente local. Su libro de cabecera es La Teca, de Ignasi Domènech, maestro de maestros de la cocina catalana. Si un plato figura, tiene todas las opciones de estar en la carta.
Así, encontramos platos como el fricandó de ternera con setas, que mantiene la melosidad justa y el sabor profundo que sólo da el tiempo. O la Clotxa, especialidad de las tierras del Ebro, con pan vaciado y relleno de tomate, arenque y ajo, que aquí se sirve con la intensidad de un plato hecho con respeto.
También se pueden probar preparaciones menos conocidas, pero igualmente representativas, como la tortilla con zumo del Priorat, un plato humilde, pero cargado de memoria, que ejemplifica perfectamente la filosofía del Muy Buenas: dar voz a la cocina de toda la vida, la que no busca lucirse, pero que emociona.
Beber cómo se come
La carta de vinos y destilados sigue el mismo criterio que la cocina: producto local y arraigo territorial. Los vinos proceden exclusivamente de denominaciones catalanas, y su servicio quiere ser un recorrido sensorial por los paisajes del país.
Los vinos tintos del Priorat, con su potencia y mineralidad; los blancos frescos del Penedès, ligeros pero con carácter; las garnachas del Empordà o los espumosos del Pla de Bages… Cada botella forma parte de un relato, de un terroir, de una forma de entender el vino como compañero de la mesa.
Y después del vino, los licores. El Muy Buenas ofrece una selección de destilados catalanes, desde hierbas de montaña hasta mistelas dulces, que funcionan como punto final perfecto. No se trata de hacer sofisticados cócteles con mil ingredientes, sino de trabajar con lo que tenemos en casa. Una coctelería sencilla, pero efectiva, en la que cada copa lleva la memoria de un territorio.
Reconocido por la crítica y el público
El proyecto del Muy Buenas no sólo ha convencido a los comensales, sino también a la crítica. El restaurante ha sido galardonado como mejor cocina catalana de Barcelona en el programa "Juegos de Cartas", y forma parte de la prestigiosa Guía Routard, que destaca lugares con carácter propio y una clara identidad local.
Pero quizá el mejor reconocimiento es la fidelidad de una clientela que vuelve una y otra vez. Familias que acuden para celebrar, parejas que lo descubren por primera vez, turistas que quieren entender qué es realmente la cocina catalana, y vecinos del Raval que se sienten como en casa.
Tradición con sentido
En un momento en que la gastronomía a menudo se mueve entre el espectáculo y la experimentación, Muy Buenas apuesta por otra cosa: hacer bien lo que ya sabíamos hacer. No inventar nada, pero recuperarlo todo. Cocinar con sentido, respeto y amor por el producto y por la historia.
Muy Buenas no es un lugar de paso, sino un destino. Un espacio que no busca asombrar, sino emocionar. Que no quiere ser moderno, sino eternamente coherente. Y en esto, seguramente, hay más modernidad que en otros muchos lugares.
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