Fiestas de Sant Martí en Cataluña

En Cataluña, la celebración de Sant Martí, el 11 de noviembre, es una fiesta que combina elementos religiosos, tradicionales y populares. El santo, conocido por la leyenda en la que partió su capa para abrigar a un pobre en pleno invierno, es patrón de numerosos pueblos y parroquias catalanas, especialmente aquellos que llevan su nombre. Las fiestas en honor a Sant Martí suelen ser el momento central del calendario otoñal en muchas comunidades locales.
Uno de los aspectos más conocidos es el llamado " veranillo de Sant Martí". Según la tradición popular, en torno a esta fecha el tiempo suele mejorar unos días después del frío inicial del otoño. Este fenómeno meteorológico ha dado lugar a dichos y refranes, como "Por Sant Martí, el verano está aquí", que reflejan la sabiduría popular transmitida de generación en generación.
A nivel festivo, las fiestas mayores de Sant Martí combinan actos religiosos y populares. Las parroquias celebran misas solemnes en honor al santo, y muchas de ellas organizan procesiones o encuentros comunitarios. Pero también hay espacio para la cultura popular: gigantes y cabezudos, sardanas, conciertos y actividades para todas las edades. En lugares como Sant Martí de Provençals (Barcelona) o Sant Martí Sarroca (Alt Penedès), la fiesta es un momento clave de cohesión vecinal.
La gastronomía tiene un papel destacado. Antiguamente, por Sant Martí era habitual realizar la matanza del cerdo, que daba paso a la elaboración de embutidos y conservas para pasar el invierno. Esta práctica ha dejado huella en la cocina tradicional, y aún hoy se recuerda con refranes como "Por Sant Martí, mata el cerdo y empieza el vino". El vino novel, recién fermentado, se probaba por primera vez coincidiendo con estas fechas, una costumbre que ha llegado hasta la actualidad en algunas zonas vinícolas.
Además, la festividad de Sant Martí es una oportunidad para mantener viva la cultura local. En muchas poblaciones se organizan mercados, ferias de artesanía y actividades lúdicas que atraen tanto a vecinos como a visitantes. Estas celebraciones, a medio camino entre la religiosidad y la fiesta profana, han contribuido a consolidar Sant Martí como una figura simbólica dentro del calendario popular catalán.