Caldes d'Estrac

Caldes d’Estrac es un municipio del Maresme que se conoce popularmente como Caldetes. Su topónimo proviene de la época de los romanos, cuando ya eran conocidas sus aguas termales y se le llamaba Aquae Calidae.

De hecho, las aguas termales de Caldes d’Estrac han sido siempre el gran atractivo de esta población, primero por los romanos y más tarde por los árabes. Pero es en el año 1820 cuando se tiene constancia de los baños que se acercan más a los conocemos hoy en día. Es entonces cuando se llevan a cabo unas reformas en los Baños Públicos y se convierten en un establecimiento de prestigio. Esto, juntamente con las nuevas comunicaciones hacen que Caldes d’Estrac no tarde en convertirse en uno de los centros de veraneo más perseguidos y prestigiosos de la época.

En realidad, muchos burgueses adinerados del siglo XIX con la receta médica de hacer un cambio de aires tomaban Caldes d’Estrac como destino para sus curaciones. Esto fue convirtiendo, poco a poco, el pueblo en un centro termal, ya que muchos de ellos, además, construyeron sus casas de veraneo. Esto hizo que a finales de siglo, “La Febre d’Or” tocara de rebote a Caldes d’Estrac y le hiciera vivir una gran época de esplendor con su intercambio cultural. Era en Caldetes donde se encontraban los “americanos”, políticos y literatos que hacían crecer Catalunya. Entre ellos podemos destacara la presencia de Apel•les Mestres, Mossèn Cinto Verdaguer o de Joan Maragall que tenían como punto de encuentro un establecimiento llamado “Colon”.

Caldes d’Estrac cada vez crece más y la burguesía industrial del siglo XX empezó a construir sus palacios y casas modernistas y noucentistes, dando forma al Passeig dels Anglesos. Su riqueza se fue manteniendo o, incluso, aumentando hasta que en el primer cuarto del siglo XX se prohibió el juego y el Casino Colon cerró.

Pero Caldes d’Estrac no es simplemente el mundo de la burguesía. En este pueblo también se mantuvo una leyenda que explica los poderes de las aguas termales para curar a una doncella del pueblo que se llamaba Leonor.

Pasear por Caldetes es del todo recomendable, dejarse perder por los paseos donde se pueden contemplar las antiguas mansiones de los burgueses que conservan, aún hoy, todo su esplendor o visitar la Fundación Palau i Fabre en la cual se puede contemplar un importante fondo artístico de diferentes referentes de la cultura catalana que compartieron momentos en esta población, la cual les sirvió, muy a menudo, de fuente de inspiración.